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Raymond Carver

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  Bebiendo en el coche Es agosto y no he leído un libro en seis meses salvo una cosa titulada The Retreat Form Moscow de Caulaincourt. Sin embargo, soy feliz cuando voy en coche con mi hermano bebiendo una pinta de Old Crow. No vamos a ningún sitio, conducimos sin más. Si cerrara los ojos durante un minuto no sabría dónde estoy y me tumbaría encantado a dormir para siempre a la orilla de la carretera. Pero mi hermano me da un suave codazo. En un momento va a pasar algo. Rraducción de Jorge Priede

Leopoldo Marechal

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Del amor navegante Porque no está el Amado en el Amante Ni el Amante reposa en el Amado, Tiende amor su velamen castigado Y afronta el ceño de la mar tonante. Llora el Amor en su navío errante Y la tormenta libra su cuidado, Porque son dos: Amante desterrado Y Amado con perfil de navegante. Si fuesen uno, Amor no existiría Ni llanto ni bajel ni lejanía, Sino la beatitud de la azucena. ¡Oh amor sin remo, en la Unidad gozosa! ¡Oh círculo apretado de la rosa! Con el número Dos nace la pena.

Leónidas Lamborghini

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  El gayo fané El gayo Fané en la madrugada: visto en la madrugada por la fiera del tiempo que lo chifla. La fiera del tiempo chifla al gayo Fané y la hace ver: la Belleza cascajo. Teñida. la Belleza chueca. la Belleza dos cuartas. picoteada. cachivache. La Belleza percha. des- cangayada. la Belleza nuez: bajo. deshecha. El gayo Fané en la madrugada chiflado por la fiera del tiempo se ve: un mendigo un desplumado un ruin un de rodillas. El chiflido de la fiera del tiempo en la madrugada. el chiflido que hace ver. que chifla. El suicidio del gayo Fané: chiflado.

Gustavo Tisocco

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Poema de diez hectáreas Para escribir un poema de diez hectáreas tendré que convocar a todos los peces, al mago que deambula en las noches, al aroma de pan horneado, a la espuma del mar. Deberé resucitar a los que me dejaron, retornar barcos encallados en la brisa, zafiros y esmeraldas, al niño que soñaba con ser espantapájaros, al viejo campanario, al andén del pueblo aquel. Pondré el nombre de mi madre, los fantasmas de mi gente, una gota de río, la caricia del sauce. De la más ínfima hierba la fragancia, del rompecabezas los enigmas y de los ojos del ausente las plegarias. Un poema de diez hectáreas insume tener frío, dejarse llevar como una veleta, despertar en el tango que nos desnuda, ser cometa, buzón, arquero. Que nos deslumbren los cuentos de sal, el vuelo del colibrí, y las estatuas en su jaula. Que tenemos un país herido no debo olvidar, que hay abuelas que esperan y una isla llena de lápidas y voces en la bruma. Que el Crucificado sigue siendo crucificado, que se mutilan a ...

Darío Rojo

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  Una tabla sostenida por monstruos marinos eso es el fin. Pero al no poder soportar una verdad tan simple tuvimos que inventar la noción de infinito. Un complejo sistema de combinatorias que sólo es posible cuando olvidamos el par de tortugas que todo lo sostiene: una de espaldas a la otra.

Luis de Góngora y Argote

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  A cierta dama que se dejaba vencer Mientras Corinto, en lágrimas deshecho, La sangre de su pecho vierte en vano, Vende Lice a un decrépito indïano Por cient escudos la mitad del lecho. ¿Quién, pues, se maravilla deste hecho, Sabiendo que halla ya paso más llano, La bolsa abierta, el rico pelicano, Que el pelícano pobre, abierto el pecho? Interés, ojos de oro como gato, Y gato de doblones, no Amor ciego, Que leña y plumas gasta, cient arpones Le flechó de la aljaba de un talego. ¿Qué Tremecén no desmantela un trato, Arrimándole al trato cient cañones?

Rubén Darío

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Amo, amas Amar, amar, amar, amar siempre, con todo el ser y con la tierra y con el cielo, con lo claro del sol y lo oscuro del lodo; amar por toda ciencia y amar por todo anhelo. Y cuando la montaña de la vida nos sea dura y larga y alta y llena de abismos, amar la inmensidad que es de amor encendida ¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!