Rubén Darío

 


Tarde del trópico


Es la tarde gris y triste.

Viste el mar de terciopelo

y el cielo profundo viste

de duelo.


Del abismo se levanta

la queja amarga y sonora

La onda, cuando el viento canta,

llora,


Los violines de la bruma

saludan al sol que muere.

Salmodia la blanca espuma:

¡Miserere!


La armonía el cielo inunda,

y la brisa va a llevar

la canción triste y profunda

del mar.


Del clarín del horizonte

brota sinfonía rara,

como si la voz del monte

vibrara.


Cual si fuese lo invisible...

cual si fuese el rudo són

que diese al viento un terrible

león.


Rubén Darío

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