Gabriele D’Annunzio







Vas spirituale


La diestra espiritual sobre un salterio,

solemne y taciturna,

una mujer vigila en el misterio

de la hora nocturna.


Un gran bosque de símbolos circunda,

a esa mujer. Sobre su frente pía

que ultraterrena claridad inunda,

tiende su red la gótica arquería

de vasto templo. Aladas potestades

pueblan las anchas naves penumbrosas

y sobre el mármol blanco de las losas

tumulares, reposan indolentes

las estatuas yacentes

entre guirnaldas de eternales rosas.


Cabe las puertas de bruñido cedro

que guardan el letárgico reposo

del santuario, y en frisos y molduras

se mezclan en hieráticas posturas

los monstruos de un bestiario fabuloso.


Ella, bajo la albura de la estola

medita blanca, sola

y solemne. Parece que concreta

en sí las tres Virtudes Teologales;

en círculo, los signos zodiacales

la nimban los cabellos de violeta.


Plumas y gemas de irisados brillos

constelan su pesado vestimento;

su diestra espiritual, llena de anillos

áureos, reposa sobre el instrumento

y al pie de ella un pontífice latino

mueve en un ritmo acompasado y lento

un frágil incensario de oro fino.



Gabriele D’Annunzio

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