Dimas Prychyslyy



 Las despedidas


Hacíamos cuencos con las palmas de las manos

para enterrar a nuestros hijos en caras desconocidas.


Bebíamos en ocasiones el silencio de los cuarto oscuros, 

el chasquido de gastados mecheros,

la caída parcial de algún mito.


Ahí todos éramos iguales.


Llorábamos a nuestras madres cuando ya era tarde,

muy tarde ya,

para despedirnos de ellas.



Dimas Prychyslyy

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