Marcelo Rizzi
Haremos, como quien dice, lo que nos dicte
el alma, cuya voz emerge desde un helado
antepecho. Pese a todo se elige siempre entre
acción y amnesia, o desde ese bello glosario
hecho para imágenes de piedra o de madera.
Una envoltura perfecta puede ser una página
del diario de ayer para el pájaro que hallamos
muerto cada día en nuestra propia puerta.
Enceguecedora suele ser la luz si se la invoca
demasiado hasta que llega al infierno mismo
del poema. Nadie se acerca a la esencia de las
cosas por venir: colmadas desde siempre de
lo que nunca habrá sido, ese vértigo vaciado
en un solo respiro, en medio de esta danza
loca que no cesa.
Marcelo Rizzi
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