Jorge Luis Borges

 




A John Keats (1795-1821)



Desde el principio hasta la joven muerte

la terrible belleza te acechaba

como a los otros la propicia suerte

o la adversa. En las albas te esperaba


de Londres, en las páginas casuales

de un diccionario de mitología,

en las comunes dádivas del día,

en un rostro, una voz, y en los mortales


labios de Fanny Brawne. Oh sucesivo

y arrebatado Keats, que el tiempo ciega,

el alto ruiseñor y la urna griega


serán tu eternidad, oh fugitivo.

Fuiste el fuego. En la pánica memoria

no eres hoy la ceniza. Eres la gloria.

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