Vladimiro Maiacovski



A Sergio Esenin


Usted se fue,

como se dice,

al otro mundo.

¡Qué vacío!

Vuela usted

hasta incrustarse en las estrellas.

No lo ayuda ya

ni el dinero

ni el bodegón.

¡Sobriedad pura!


No, Esénin, no me burlo.

En la garganta

el dolor ajusta un nudo

y no es la risa...


Yo veo

sus brazos colgando

y su mano cortada,

balanceando la propia bolsa de sus huesos.

¡Qué hace!

¡Deje!

¿Está usted en su juicio?

Dejar que las mejillas

se cubran de tiza mortal.

Si usted sabía cantar

como nadie en este mundo.

¿Por qué?

¿Para qué?

Se encogen asombrados

los críticos rezongan -Es el vino,

es aquello

o lo de más allá.

Y como resultado, mucho vino y cerveza.

Cambiando

la bohemia por la "clase",

la clase tendría influencia sobre usted

y no habría por qué pelear.

¿Y la "clase" acaso

calma la sed con limonada?

La clase no es idiota,

sabe beber.

Es decir

si contase con el apoyo

de algunos de los del Puesto (1)

tendría otra orientación

y usted escribiría cada día

cien estrofas fatigantes y largas

como las de Doronin.

A mi juicio, realizándose semejante pesadilla

usted igual se colgaría.

Es mejor morir de vodka

que de aburrimiento.

No revelarían

la causa de esta pérdida

ni la cuerda

ni el puñal suicida.

Tal vez si hubiese tinta en el hotel Inglaterra

no tendría razones

para cortarse las venas.

Los imitadores se alegraron -¡Bis!

Contra él

casi un pelotón entero

pareciera haber realizado el atentado.

¿Para qué aumentar el número de suicidas?

Mejor aumentar la cantidad de tinta.


Ahora se cerraron los labios para siempre.

Inoportuno

y penoso

es hablar de estos misterios.


Al pueblo,

al creador del idioma,

se le ha muerto

un sonoro

cantaor

vicemaestro.


Y llevan los versos viejos al velorio,

sacados de otro entierro,

casi sin rehacer,

sin afilar las rimas.

¿Acaso

así se debe rendir homenaje a este poeta?

A usted

aún

no le han erigido monumento.

¿Dónde está el bronce sonoro

o las aristas de granito?

Al pie del monumento ya han dejado

homenajes y dedicatorias.

Su nombre

ya lo bordan con mocos en todos los pañuelitos.

Sus versos los entona cantando Sóbinov

saliendo detrás de un abedul de decorado.

"Oh amigo mío

ni palabras ni suspiros".

¡Eh!

Hablaría yo de otra manera

con ese Leónidas Lohengrinóide!

Me levantaría

aquí

estridentemente escandaloso -¡No permito

babear ni ajar el verso!

Los dejaría sordos con un silbido de tres pisos

y los mandaría a casa de su madre, de Dios y de su abuela.

Hasta destrozar esa mediocridad insoportable.

Hasta hacer trizas al bigotudo Kógan

clavado con lanzas más agudas que sus bigotes retorcidos.


Lo malo

por desgracia

es lo que más abunda.

Asuntos hay muchos

sólo hace falta tiempo.

Hay que transformar

primero la vida;

transformada,

la podremos cantar.


Nuestro tiempo

es difícil para la pluma.

Pero decídme vosotros,

mutilados y lisiados,

dónde,

cuándo

y cuál de los grandes

eligió el camino más gastado y más fácil.

Verbo,

comandante en jefe de la fuerza humana,

¡march!

Para que el tiempo quede atrás hecho girones

y únicamente el viento

despeine los mechones de pelo alborotado.

¡Para la alegría nuestro planeta

está poco preparado!

Debemos arrancar la alegría

a los días venideros.

En esta vida

morir es cosa fácil.

Hacer vida

es mucho más difícil.


Trad. Lila Guerrero

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