Jaroslav Seifert

 



Ser Poeta


La vida ya hace tiempo me enseñó

que la música y la poesía

son en este mundo lo más hermoso

que puede darnos,

excepto el amor.


En una antigua crestomatía,

publicada aún en tiempos del viejo Imperio austrohúngaro,

en el año en que murió Vrchlický

busqué el tratado que hablara

de poética y de los adornos poéticos.

Luego puse una rosa en un vasito,

encendí una vela

y empecé a escribir mis primeros poemas.


Inflámate, llama de las palabras, y arde,

aunque acaso me quemes los dedos.

Una metáfora sorprendente

es más que un anillo de oro en la mano.

Pero ni siquiera la metodología de Puchmajer

me sirvió de nada.

En vano recogía las ideas

y con fuerza cerré los ojos

para poder oír el misterioso primer verso.

En la oscuridad, lugar de las palabras,

entreví una sonrisa de mujer

y en el viento cabellos ondeantes.


Era mi propio destino

tras el que corrí, tropezando a veces,

sin respirar,

toda mi vida.




 Traducción: Clara Janés

Comentarios