Wisława Szymborska




Bajo una pequeña estrella 


Que me disculpe la coincidencia 

por llamarla necesidad.

Que me disculpe la necesidad, 

si a pesar de ello me equivoco.

Que no se enoje la felicidad por 

considerarla mía.

Que me olviden los muertos que apenas si 

brillan en la memoria.

Que me disculpe el tiempo por el mucho 

mundo pasado por alto a cada segundo.

Que me disculpe mi viejo amor por 

considerar al nuevo el primero.

Perdonadme, guerras lejanas, por traer 

flores a casa.

Perdonadme, heridas abiertas, por 

pincharme en el dedo.

Que me disculpen los que claman desde el 

abismo el disco de un minué.

Que me disculpe la gente en las estaciones 

por el sueño a las cinco de la mañana.

Perdóname, esperanza acosada, por reírme 

a veces.

Perdonadme, desiertos, por no correr con 

una cuchara de agua.

Y tú, gavilán, hace años el mismo, en esta 

misma jaula,

inmóvil mirando fijamente el mismo 

punto siempre,

absuélveme, aunque fueras un ave 

disecada.

Que me disculpe el árbol talado por las 

cuatro patas de la mesa.

Que me disculpen las grandes preguntas 

por las pequeñas respuestas.

Verdad, no me prestes demasiada 

atención.

Solemnidad, sé magnánima conmigo.

Soporta, misterio de la existencia, que 

arranque hilos de tu cola.

No me acuses, alma, de poseerte pocas 

veces.

Que me perdone todo por no poder estar en 

todas partes.

Que me perdonen todos por no saber ser 

cada uno de ellos, cada una de ellas.

Sé que mientras viva nada me justifica 

porque yo misma me lo impido.

Habla, no me tomes a mal que tome 

prestadas palabras patéticas y que me 

esfuerce

después para que parezcan ligeras.



Traducción de Abel Murcia y Gerardo Beltrán.


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