Héctor Pedro Blomberg

 



El buque en la botella


     Diminuto navío preso en una botella, 

Con tus velas tendidas, tu puente y tu bauprés,

¿Sueñas los anchos mares y la polar estrella

Entre el ruido y el humo de este figón inglés?


     Diminuto navío, ¿qué manos marineras, 

Rugosas y pacientes, en los ocios del mar 

Con amor trabajaron tus pequeñas maderas

E izaron esas velas que el viento no ha de hinchar?


     ¿Qué viejo navegante en tus maderas grises

Esculpió esta minúscula figura de mujer, 

Y al grabar en tu popa esta palabra: “Ulysses” 

De la Odisea el genio te transmitió al nacer? 


     Diminuto navío perdido entre la bruma

Del humo de las pipas, nunca, jamás, los dos

Oiremos las canciones lejanas de la espuma,

Ni soplará en nuestra alma el gran viento de Dios.


     En las obscuras albas del bar, en los instantes

En que los viejos astros comienzan a morir,

Vi correr por tus puentes pequeños tripulantes,

Como si al alba fueras tú también a partir.


     Oí como cantaban, dentro de tu botella,

Tus vagos hombrecitos, una vieja canción

Al recoger el ancla, bajo la turbia estrella

Que alumbraba la sucia miseria del figón.


     Diminuto navío, sigue tu inmóvil sueño:

Los muelles del Oriente, del alisio el cantar,

Del Gulf Stream las baladas, el Caribe risueño,

Los extraños paisajes ahogándose en el mar...


      Dile a tus diminutos y vagos marineros

Que recojan las velas, pues nunca has de partir

Del mar por los inmensos y azules derroteros

A las claras riberas donde el sol va a morir.


     Aquí nos quedaremos, diminuto navío,

Anclados en la tierra, para siempre, los dos;

Ni en tu pequeño puente ni en el corazón mío

Volverá a soplar nunca el gran viento de Dios.

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