Alfonsina Storni



Un cementerio que mira el mar


Decid, oh muertos, ¿quién os puso un día

Así acostados junto al mar sonoro?

¿Comprendía quien fuera que los muertos

Se hastían ya del canto de las aves

Y os han puesto muy cerca de las olas

Porque sintáis del mar azul, el ronco

Bramido que apavora?

Os estáis junto al mar que no se calla

Muy quietecitos, con el muerto oído

Oyendo cómo crece la marea,

Y aquel mar que se mueve a vuestro lado,

Es la promesa no cumplida, de una

Resurrección.

En primavera, el viento, suavemente,

Desde la barca que allá lejos pasa,

Os trae risas de mujeres... Tibio

Un beso viene con la risa, filtra

La piedra fría, y se acurruca, sabio,

En vuestra boca y os consuela un poco...

Pero en noches tremendas, cuando aúlla

El viento sobre el mar y allá a lo lejos

Los hombres vivos que navegan tiemblan

Sobre los cascos débiles, y el cielo

Se vuelca sobre el mar en aluviones,

Vosotros, los eternos contenidos,

No podéis más, y con esfuerzo enorme

Levantáis las cabezas de la tierra.

Y en un lenguaje que ninguno entiende

Gritáis: -Venid, olas del mar, rodando,

Venid de golpe y envolvednos como

Nos envolvieron, de pasión movidos,

Brazos amantes. Estrujadnos, olas,

Movednos de este lecho donde estamos

Horizontales, viendo cómo pasan

Los mundos por el cielo, noche a noche...

Entrad por nuestros ojos consumidos,

Buscad la lengua, la que habló, y movedla,

¡Echadnos fuera del sepulcro a golpes!

Y acaso el mar escuche, innumerable,

Vuestro llamado, monte por la playa,

¡Y os cubra al fin terriblemente hinchado!

Entonces, como obreros que comprenden,

Se detendrán las olas y leyendo

Las lápidas inscriptas, poco a poco

Las moverán a suaves golpes, hasta

Que las desplacen, lentas, -y os liberten.

¡Oh, qué hondo grito el que daréis, qué enorme

Grito de muerto, cuando el mar os coja

Entre sus brazos, y os arroje al seno

Del grande abismo que se mueve siempre!

Brazos cansados de guardar la misma

Horizontal postura; tibias largas,

Calaveras sonrientes: elegantes

Fémures corvos, confundidos todos,

Danzarán bajo el rayo de la luna

La milagrosa danza de las aguas.

Y algunas desprendidas cabelleras.

Rubias acaso, como el sol que baje

Curioso a veros, islas delicadas

Formarán sobre el mar y acaso atraigan

A los pequeños pájaros viajeros.


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