Gabriella Cinti
Viaje-lamprea
Ahora que he dejado los perfiles de las montañas
por colinas modestas,
lejos del coraje de la altura,
pero aún verdes y esperanzadas,
el asta del tiempo se enrojece
en el cuadrante arduo,
el trabajo del destino
avanza, bloqueando el movimiento
confiado y ligero.
El prado bajo las palabras
florecido de intenciones
trasluce para alcanzarte
cuando se hunde
en la renuncia de dirección.
Alineo sílabas y nombres
a lo largo del borde de la ausencia
y camino hacia ti
entre espinosos telones.
Arena soplada
de preguntas en el filo del aire,
mi única cadena de amor
y llamarte a lo visible
en la más tenue de las formas,
el cuerpo de un susurro.
Me haré primero como la lamprea4 para tantear
la luz desde adentro,
el fuego inmóvil del ojo secreto,
para acompasar la vigilia del alma
y el gran sueño donde
desataré las aletas en lo inmenso.
Lamprea que amas las piedras
del abismo y te instalas
en lo más íntimo de nosotros,
fuego itinerante de resplandor
que apaga la vista abierta
para entreabrir lo sumergido en el fondo,
empujas la tercera pupila
confirmando la luz del abismo
y apagas la noche oscura
señalando la casa del alma
el letargo del corazón,
de otro amor nutrido.
En los alrededores del silencio
tu viaje a toda velocidad desde el Principio,
sinuosa lamprea,
nos enseña a caer adentro,
ola precipitada por los ojos
ocultos, para completar el centro
del todo, iris adensado de muertevida;
si solo yo supiera mirar como
tu frente agujereada
sin mirada,
traspasando todos los horizontes
alud de agua
que abarca el todo
en un parpadeo de pestañas inexistentes.
Anguila arcaica del sueño,
migradora por destino,
depredadora del misterio,
vidente ciega
que mueres después del amor
y antes de la vida que te subsigue,
tú que tienes los grandes números
en los millones de años de tu origen
y en la infinita semilla naciente que dejas,
yo le regalo a tu mutante librea
la salinidad de una palabra embrión
que remonte el lecho del tiempo,
desnuda de piel y de envío al más allá,
nosotras nadadoras tomadas presas por el destino
—un solo momento amor y muerte—
el mismo último salto.
Traducción de Antonio Nazzaro.
Comentarios
Publicar un comentario