Alberto Szpunberg

   



VIII

    

No hay después, no hay más tarde, no hay mañana,

sino el gesto de ella en la tibia desnudez que continúa

las horas más duras, las de siempre,

como si todo siempre comenzara.

    

El aire se inquieta por las cartas que no llegan

y agita las cortinas cerradas a la tarde.

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