Mark Strand




Comiendo poesía


Corre tinta por las comisuras de mi boca.

No puedo ser más feliz.

He estado comiendo poesía.

La bibliotecaria no da crédito.

Tiene los ojos tristes

y se pasea con las manos en el vestido.

No queda ni un poema.

La luz es tenue.

Los perros ya trepan por la escalera del sótano.

Los ojos se les salen de las órbitas,

las patas leonadas arden como maleza.

La pobre bibliotecaria empieza a llorar y golpear

el suelo con los pies.

No entiende nada.

Cuando me pongo de rodillas para lamer su mano

da un grito.

Soy un hombre nuevo.

Suelto un gruñido y echo a ladrar.

Doy brincos de alegría en la oscuridad libresca.

(versión de Jordi Doce)

Corre tinta por las comisuras de mi boca.

No puedo ser más feliz.

He estado comiendo poesía.

La bibliotecaria no da crédito.

Tiene los ojos tristes

y se pasea con las manos en el vestido.

No queda ni un poema.

La luz es tenue.

Los perros ya trepan por la escalera del sótano.

Los ojos se les salen de las órbitas,

las patas leonadas arden como maleza.

La pobre bibliotecaria empieza a llorar y golpear

el suelo con los pies.

No entiende nada.

Cuando me pongo de rodillas para lamer su mano

da un grito.

Soy un hombre nuevo.

Suelto un gruñido y echo a ladrar.

Doy brincos de alegría en la oscuridad libresca.


Traducción de Jordi Doce

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