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Mostrando las entradas de septiembre, 2023

Wisława Szymborska

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  Fin y principio   Después de cada guerra alguien tiene que limpiar. No se van a ordenar solas las cosas, digo yo.   Alguien debe echar los escombros a la cuneta para que puedan pasar los carros llenos de cadáveres.   Alguien debe meterse entre el barro, las cenizas, los muelles de los sofás, las astillas de cristal y los trapos sangrientos.   Alguien tiene que arrastrar una viga para apuntalar un muro, alguien poner un vidrio en la ventana y la puerta en sus goznes.   Eso de fotogénico tiene poco y requiere años. Todas las cámaras se han ido ya a otra guerra.   A reconstruir puentes y estaciones de nuevo. Las mangas quedarán hechas jirones de tanto arremangarse.   Alguien con la escoba en las manos recordará todavía cómo fue. Alguien escuchará asintiendo con la cabeza en su sitio. Pero a su alrededor empezará a haber algunos a quienes les aburra.   Todavía habrá quien a veces encuentre entre hierbajos

Georg Trakl

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  Grodek En la tarde resuenan   los bosques otoñales de armas mortales, las áureas llanuras y los lagos azules, sobre ellos el sol rueda más lóbrego; abraza la noche murientes guerreros; la queja salvaje de sus bocas destrozadas. Pero silente se reúne en los prados del valle roja nube, allí habita un Dios airado la sangre derramada, frescura lunar; todos los caminos desembocan en negra putrefacción. Bajo el áureo ramaje de la noche y las estrellas oscila la sombra de la hermana por la arboleda silenciosa al saludar los fantasmas de los héroes, las cabezas sangrantes; y suenan suaves en el cañar las oscuras flautas del otoño. ¡Oh duelo tan orgulloso! Oh altares de bronce, a la ardiente llama del espíritu nutre hoy un inmenso dolor, los nietos no nacidos. Georg Trakl

Pierre Jean Jouve

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  Canto de reconocimiento     Canto de reconocimiento al vasto Mundo A sus soles y sus aguas, sus asperezas, sus abismos Y al íntimo corazón en abismos aun más numeroso Y en agonías, éxtasis ¡Convulsiones terribles, fuerza eterna! “¡Oh dolor! ¡Oh dolor! El Tiempo devora la vida” El canto de reconocimiento es también el canto         de experiencia Para todo lo que bajo el cielo debe probar la pasión         el movimiento Lo que debe continuarse engendrarse por la fuerza contraria Y ningún día podría destruirse, las nieves de antaño         no han de fundirse ya Ningún alma tan pobre que nada haya escuchado De aquello que la vida quiso decir ninguna sombra Que no sea explicada por un sol.   Así el poeta sin audiencia hace resonar El primer canto de alondra Puesto que Dios no quiso que a la mañana le faltase amor.     Canto de reconocimiento (variante)     Canto de reconocimiento al vasto Mundo A sus soles y aguas, sus volcanes y

Aldo Oliva

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  Movimiento: La desobediencia debida   Tal vez algunos, que se decían solidarios de la Revolución, marcaron mi ruta, como un plural designio de este diagrama de corpúsculos que mi ser asumió.   Así, ¿nada sabían de sus asechanzas de poder, que, en el vértigo demencial de mi itinerario, era un orden y no una orden de las fantasías del Poder? A eso obedecí. La Revolución que, algunos pensamos fundaría una Patria, fue iluminándose de la furia (a veces tácita) de tenebrosas contraposiciones.   ¿Cuál, de los polos, entonces, obedecer? De ahí que la desobediencia, una vez discernido el sentido de la lucha, esté cerniendo la certeza de la fuerza troncal del sector, que en múltiple unicidad, y aún sin saberlo, impulsan los Pueblos.   De ahí: reverdecer o asumir la muerte. De ahí, la creación de un poema que lo escriba y lo diga. De ahí la historia de un poema sin historia. De ahí la grandeza de los que abdicaron de la Grandez

Dylan Thomas

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  Y la muerte no tendrá dominio   Y la muerte no tendrá dominio. Los hombres desnudos han de ser uno solo con el hombre en el viento y la luna poniente; cuando sus huesos queden limpios y los limpios huesos se dispersen, ellos tendrán estrellas en el codo y en el pie; aunque se vuelvan locos serán cuerdos, aunque se hundan en el mar de nuevo surgirán, aunque se pierdan los amantes, no se perderá el amor; y la muerte no tendrá dominio.   Y la muerte no tendrá dominio. Los que hace tiempo yacen bajo los dédalos del mar no han de morir entre los vientos, retorcidos de angustia cuando los nervios cedan, atados a una rueda no serán destrozados; la fe, en sus manos, ha de partirse en dos, y habrán de traspasarles los males unicornes; rotos todos los cabos, ellos no estallarán. Y la muerte no tendrá dominio.   Y la muerte no tendrá dominio. Y las gaviotas no gritarán en los oídos ni romperán las olas sonoras en las playas; donde alentó una flo

Pier Paolo Pasolini

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  «Las cenizas de Gramsci» Canto VI   Me voy, te dejo en el atardecer que aunque triste, tan dulcemente desciende para nosotros los vivos, con la luz de vela   que al barrio en penumbra descubre. Y lo desordena. Lo hace aún más grande, vacío más amplio y lejano, lo enciende   de una vida inquieta, y del ronco rodar del tranvía, de los gritos humanos dialectales, conjuga un concierto sordo   y absoluto. Y sientes cómo en aquellos lejano seres que en la vida gritan, ríen, en aquellos sus vehículos, en aquellos tristes   caseríos donde se consume el infiel y expansivo don de la existencia esa vida no es más que un temblor,   corpóreo, colectiva presencia; sientes la ausencia de toda religión verdadera, no vida sino sobrevivencia   ─quizás más dulce que la vida─ como de un pueblo de animales, en el que el misterioso orgasmo no tenga otra pasión   que la del actuar cuotidiano: humilde fervor a la que da sentido festivo la hum

César Vallejo

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Idilio muerto Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita de junco y capulí; ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita la sangre, como flojo cognac, dentro de mí. Dónde estarán sus manos que en actitud contrita planchaban en las tardes blancuras por venir; ahora, en esta lluvia que me quita las ganas de vivir. Qué será de su falda de franela; de sus afanes; de su andar; de su sabor a cañas de mayo del lugar. Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje, y al fin dirá temblando: «Qué frío hay... Jesús!» y llorará en las tejas un pájaro salvaje.