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Mostrando las entradas de enero, 2024

Diane di Prima

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  La ventana eres mi pan y el diminuto ruido de mis huesos eres casi el mar no eres ni roca ni sonido disuelto y creo que no tienes manos los pájaros como este vuelan hacia atrás y este amor se estrella en las ventanas en las que no habrá luz no es el momento de cruzar las lenguas (aquí la arena nunca se desliza) creo que el mañana te ha volteado con el pie desnudo y que vas a brillar brillar sin uso y bajo tierra Diane di Prima

Friedrich Hölderlin

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La despedida ¿Queríamos separarnos? ¿Era lo justo y lo sabio? ¿Por qué nos asustaría la decisión como si fuéramos                                                            a cometer un crimen? ¡Ah! poco nos conocemos, pues un dios manda en nosotros. ¿Traicionar a ese dios? ¿Al que primero nos infundió el sentido y nos infundió la vida, al animador, al genio tutelar de nuestro amor? Eso, eso yo no lo hubiera permitido. Pero el mundo se inventa otra carencia, otro deber de honor, otro derecho, y la costumbre nos va gastando el alma día tras día disimuladamente. Bien sabía yo que como el miedo monstruoso y arraigado separa a los dioses y a los hombres, el corazón de los amantes, para expiarlo, debe ofrendar su sangre y perecer. ¡Déjame callar! Y desde ahora, nunca me obligues a                                                                               contemplar este suplicio, así podré marchar en paz hacia la soledad, ¡y que este adiós aún nos pertenezca! Ofréceme tú misma el cáliz,

Gabriele D’Annunzio

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Vas spirituale La diestra espiritual sobre un salterio, solemne y taciturna, una mujer vigila en el misterio de la hora nocturna. Un gran bosque de símbolos circunda, a esa mujer. Sobre su frente pía que ultraterrena claridad inunda, tiende su red la gótica arquería de vasto templo. Aladas potestades pueblan las anchas naves penumbrosas y sobre el mármol blanco de las losas tumulares, reposan indolentes las estatuas yacentes entre guirnaldas de eternales rosas. Cabe las puertas de bruñido cedro que guardan el letárgico reposo del santuario, y en frisos y molduras se mezclan en hieráticas posturas los monstruos de un bestiario fabuloso. Ella, bajo la albura de la estola medita blanca, sola y solemne. Parece que concreta en sí las tres Virtudes Teologales; en círculo, los signos zodiacales la nimban los cabellos de violeta. Plumas y gemas de irisados brillos constelan su pesado vestimento; su diestra espiritual, llena de anillos áureos, reposa sobre el instrumento y al pie de ella un pon

Félix Grande

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  Calle vacía A ese a quien no se ve, yo lo conozco. No está y es evidente como un sueño. Por la calle vacía, derramada en la siesta y en el cielo, con un roce de ayer suenan sus pasos en perfecto silencio. A ese a quien no se ve, yo lo conozco. Va hacia el final o vuelve o está quieto mientras la calle en sol arde callada, secreta y clara, enharinada en tiempo. A ese a quien no se ve, yo lo conozco, o yo lo reconozco, o lo recuerdo, o lo busco sin fin… ¡Dios lo bendiga, tan solo como va, tan lejos! Félix Grande

Elise Cowen

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Fácil amar  Fácil amar A los POETAS Su ESPLENDOR Derramándose sobre todas las páginas Extorsionando arco iris diminutos Fácil Amar A los Poetas Su ESPLENDOR Derramándose sobre todas las páginas vertiéndose Sobre mi regazo. Elise Cowen

José Emilio Pacheco

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  Certeza Si vuelvo alguna vez por el camino andado no quiero hallar ni ruinas ni nostalgia. Lo mejor es creer que pasó todo como debía. Y al final me queda una sola certeza: haber vivido. José Emilio Pacheco

Marge Piercy

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  Las mujeres fuertes pueden decir no Una mujer fuerte es una mujer esforzada Una mujer fuerte es una mujer que se sostiene De puntillas y levanta unas pesas Mientras intenta canta a las barricadas Una mujer fuerte es una mujer manos a la obra Limpiando el pozo negro de la historia Y mientras saca la porquería con la pala Habla de que no le importa llorar Y vomitar estimula los músculos del estómago Y sigue dando paladas con lágrimas en la nariz. Una mujer fuerte es una mujer Empeñada en hacer algo que los demás Están empeñados en que no se haga. Está empujando La tapa de un ataúd de plomo desde dentro Está intentando levantar con la cabeza la tapa de una alcantarilla, está intentando romper una pared de acero a cabezazos. Le duele la cabeza. La gente que espera a que haga el agujero le dice: date prisa ¡Eres tan fuerte! Una mujer fuerte es una mujer que sangra por dentro Una mujer fuerte es una mujer que se hace a sí misma Fuerte cada mañana Mientras se le sueltan los dientes Y la esp

Bob Dylan

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Soplando en el viento Cuántos caminos debe recorrer un hombre, antes de que le llames "hombre". Cuántos mares debe surcar una blanca paloma, antes de dormir en la arena. Cuántas veces deben volar las balas de cañón, antes de ser prohibidas para siempre. La respuesta, amigo mío, está soplando en el viento, la respuesta está soplando en el viento. Cuántos años puede existir una montaña, antes de que sea arrasada por el mar. Cuántos años pueden vivir algunos, antes de que se les permita ser libres. Cuántas veces puede un hombre girar la cabeza, y fingir que simplemente no lo ha visto. La respuesta, amigo mío, está soplando en el viento, la respuesta está soplando en el viento. Cuántas veces debe un hombre levantar la vista, antes de poder ver el cielo. Cuántas orejas debe tener un hombre, antes de poder oír a la gente llorar. Cuántas muertes serán necesarias, antes de que él se de cuenta, de que ha muerto demasiada gente. La respuesta, amigo mío, está soplando en el viento, la r

Diana Bellessi

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  Variaciones de la luz Un revuelo naranja al poniente en lucha libre con el violeta donde se hace de repente un claro verde como aquel rayo purísimo perseguido en la juventud y al fondo el coro de las gallinetas y un silencio al frente que corta el tajo de luna con más silencio y plata y noche hasta que sólo quedan las luces de tu casa a veces como mágicas naranjas dulces y en la soledad amargas. Diana Bellessi

Abelardo Castillo

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  Espejos Antes que yo, dos hombres han sentido el sagrado pavor de los espejos. No soy yo, es mi miedo lo que mido con esos dos, tan altos y tan lejos. Poe y Borges supieron de esta rara maldición de la luz: la que duplica el horror paulatino de mi cara que en vejez, tiempo y muerte se disipa. Dios debiera velarnos a estos jueces de la ruina del alma y de sus grietas. Ya es pecado morir, por qué mil veces matarse entre cristales y aguas quietas. Por eso no hay espejos en mi casa. En la pared, un gran dibujo intenta fijar mi antigua cara. El tiempo pasa y me asesina sin que yo lo sienta. Abelardo Castillo

María Negroni

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  Alteridad este miedo que se quedó acurrucado en la infancia roba de lo que será sensaciones remotas peor que eso come cosas que ni siquiera ve ladra hasta no ser sino un espejo astillado donde mi vida aún se haga y se contemple y después -si es que hubiera un después- alza un bastión de palabras entre un idioma extranjero y lo extranjero de sí no sé por qué esta herida no me alcanza 0.0016 kilómetros de palabras confinadas a un poema curiosa manera de decir un hombre caminaba por la muerte lo atravesaban formas un poco arrepentidas graduaciones de lo que no tuvo el aire que inhala por minuto el mundo cada vez que se extraña el resto fue aritmética mayor saber caer y no caer evaporarse como una herida transparente   María Negroni

Rudyard Kipling

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Propósitos de año nuevo 1. He decidido que durante todo el año aparcaré mis vicios en el estante. Seguiré un camino más piadoso y sobrio y amaré a mis vecinos como a mí mismo, excepto los dos o tres de siempre a los que detesto tanto como ellos me odian. 2. He decidido que jugar a los naipes es malo, sobre todo con cartas como las que me suelen tocar. Puede desplumar una cuenta bancaria sana, así que renuncio a estos placeres terrenales excepto —y aquí no veo pecado alguno— cuando otros reclamen ‘mi presencia’. 3. He decidido que votos como estos, aunque formulados con ligereza, son difíciles de mantener. Por tanto los acometeré poco a poco, no sea que mis recaídas acaben por hundirme. Un voto al año me sacará del paso y comenzaré con el Número Dos. Rudyard Kipling

Alberto Cisnero

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  29 nunca pidió la palabra de nadie. podríamos mirar a través del folio y ver la ruina total de su corazón. y fuera del alcance de la luz, salvo algún destello, ver que cabía en la forma de su corazón. pronunció un nombre como si fuese a limpiarlo de algo. pronunció un sueño del pasado como alguien que una vez aspiró a conocer su corazón en lo que tuvo para sí. en todos los lugares que supo imaginarse. Alberto Cisnero

Eduardo Mitre

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                      La silla                          No echa raíces como el armario             la silla que sólo se posa como los pájaros.             La silla era un ave de ala portátil             y vuelo escaso (sobre los hombros en fiesta             pasaba la silla como una cigüeña).             Con viento y papeles es ya palomar.             En los velorios nadie alivia más que la silla.             Encapuchada con una camisa             amanece la silla.             Tarántula erguida en la penumbra la silla.             La silla espirita junto a la mesa.             Como el poema, la silla es un atado de líneas.             La silla sostiene al que escribe estas líneas              Eduardo Mitre

Tor Ulven

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  Cuando ambos esperan invisibles Cuando ambos esperan invisibles El vaso con agua/ donde ningún dipnoi/ trepa por  los bordes/ contra una gran idea/ (solo nadando,  nadando, silencioso)/ tampoco llegará el brillo  plateado / en la noche / que se apaga y apagó/  cuando ambos esperan/ invisibles. Disueltos/ en el  aire/ como mosquitos, como moléculas/ de olor,  en la ropa, en/ el sueño. Tor Ulven

Julio Cortázar

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 Yo tuve un hermano                                                  (Al Che Guevara) No nos vimos nunca pero no importaba. Yo tuve un hermano que iba por los montes mientras yo dormía. Lo quise a mi modo, le tomé su voz libre como el agua, caminé de a ratos cerca de su sombra.   No nos vimos nunca pero no importaba, mi hermano despierto mientras yo dormía, mi hermano mostrándome detrás de la noche su estrella elegida. Julio Cortázar

María Elena Walsh

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  Serenata parala tierra de uno Porque me duele si me quedo Pero me muero si me voy Por todo y a pesar de todo, mi amor Yo quiero vivir en vos Por tu decencia de vidala Y por tu escándalo de sol Por tu verano con jazmines, mi amor Yo quiero vivir en vos Porque el idioma de infancia Es un secreto entre los dos Porque le diste reparo Al desarraigo de mi corazón Por tus antiguas rebeldías Y por la edad de tu dolor Por tu esperanza interminable, mi amor Yo quiero vivir en vos Para sembrarte de guitarra Para cuidarte en cada flor Y odiar a los que te castigan, mi amor Yo quiero vivir en vos Porque el idioma de infancia Es un secreto entre los dos Porque le diste reparo Al desarraigo de mi corazón Porque me duele si me quedo Pero me muero si me voy Por todo y a pesar de todo, mi amor Yo quiero vivir en vos María Elena Walsh

Griselda García

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  Ahora sí No viviremos juntos, no tendremos hijos no coseré tu ropa, me tendrás algunas noches no me despertarás al irte, sabrás quién fui entenderás por qué me amaron otros. Comprenderás que fue verdad lo que tuvimos sabrás quién fuiste a mi lado, qué fui para ti cómo disfrutamos querernos, esperarnos, estar. Soy yo para ti por ahora y tú eres tú para mí mientras dure. Seguirás presente en un día futuro sabré dónde vives, con quién sabré que me recuerdas. Me abrazarás cada noche como esa noche. Volveré a tocarte. No te veré morir. Vivirás para siempre en mí.   Griselda García

Luis G. Urbina

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  Desolación Ha muerto ya la pasión loca después de una larga agonía. No busques besos en mi boca. Se quedó la jaula vacía. Barrí los últimos despojos de ilusiones y de ternuras. No busques brillo en mis ojos. ¿No ves que la casa está a oscuras? Es inútil que tiendas la mano. Ni una flor en el parque en ruina. No tiendas la mano. Es en vano, te pudieras clavar una espina. Sólo musgo en las lápidas nace. Ya lo ves: camposanto de olvido. ¡Vete! Y cierra el portón podrido. Déjame a solas con mis muertos. Luis G. Urbina

Santiago Sylvester

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  Copio y reenvío He recibido este e-mail y no sé si su autor está vivo o muerto, si quiere estar donde está, si ha tenido una beca o le gusta la comida regional: yo copio y reenvío: a) de los caminos que no tomaremos líbranos Señor: de las mujeres que no tendremos líbranos Señor: de los viajes que no haremos líbranos Señor: de los libros que no leeremos líbranos Señor: de las tardes, de los amaneceres, de las tormentas: de la apasionada meteorología que devasta o beneficia al mundo, y que no veremos líbranos Señor: de los rezos que nunca rezaremos líbranos también; b) arrepentimiento de la palabra de más: arrepentimiento del vino de más: arrepentimiento del paso de más: arrepentimiento de la opinión de más: arrepentimiento del llanto, del grito, del silencio, de los consejos, de la soledad de más: arrepentimiento de haber hecho lo que estará siempre de más: arrepentimiento del arrepentimiento de más; c) resumen de lo dicho: aceptar el cielo cuando creíamos en el infierno: aceptar la t

Camilo José Cela

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Poema Desde esta soledad ya ni la muerte asombra. (La muerte es una cosa amarilla y redonda que el viento lleva y trae). Camilo José Cela

Daniel Freidemberg

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  V Corazón o ave buscando en qué posarse, ave de pura pluma de pensar. Al aire el corazón o ave, trata de irse de su nido en la nada. Daniel Freidemberg (Resistencia, Chaco, Argentina, 1945)

Susana Thénon

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  Por qué grita esa mujer ¿por qué grita esa mujer? ¿por qué grita? ¿por qué grita esa mujer? andá a saber esa mujer ¿por qué grita? andá a saber mirá que flores bonitas ¿por qué grita? jacintos           margaritas ¿por qué? ¿por qué qué? ¿por qué grita esa mujer? ¿y esa mujer? ¿y esa mujer? vaya a saber estará loca esa mujer mirá           mirá los espejitos ¿será por su corcel? andá a saber ¿y dónde oíste la palabra corcel? es un secreto          esa mujer ¿por qué grita? mirá las margaritas la mujer espejitos pajaritas que no cantan ¿por qué grita? que no vuelan ¿por qué grita? que no estorban la mujer y esa mujer ¿y estaba loca mujer? Ya no grita (¿te acordás de esa mujer?) Susana Thénon