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Mostrando las entradas de febrero, 2024

Charles Simic

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  Hotel Cielo Estrellado Millones de cuartos vacíos con televisores encendidos. No estaba yo ahí aún, pero vi todo. El Titanic en la pantalla como un pastel de cumpleaños hundiéndose. Poseidón, el recepcionista nocturno, apagó las velas. ¿Cuánta propina deberíamos dar al botones ciego? A las tres de la mañana la máquina vende-chicles en el lobby vacío con su espejo recién trizado es la nueva Madonna con su niño. Charles Simic 

Billy Collins

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  La lección Esta mañana cuando encontré a la Historia roncando pesadamente en el sillón, descolgué su abrigo del perchero y deposité su peso sobre mis omóplatos. Me protegería de la fría caminata al pueblo por leche y periódico y pensé que no se iba a oponer, no después de nuestra larga conversación la noche anterior. Qué inesperada fue su tempestuosa ira cuando regresé cubierto de escarcha, la forma en que revolvió los enormes bolsillos cerciorándose de que ninguna gran batalla o reina inglesa se hubiese caído y perdido en la nieve profunda. Billy Collins

Jacques Prévert

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  Nubes Yo fui a buscar mi tricota de lana y el cabrito me siguió el gris no desconfía como el grande es todavía demasiado pequeño También ella era demasiado pequeña pero algo ya en ella se manifestaba tan viejo como el mundo Ya conocía cosas atroces por ejemplo que hay que desconfiar Y ella miraba al cabrito y el cabrito la miraba y entonces le venían ganas de llorar Es como yo decía un poco triste y un poco alegre Y después la iluminó una gran sonrisa y la lluvia comenzó a caer Jacques Prévert

Julio Florez

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Abstracción  A veces melancólico me hundo en mi noche de escombros y miserias, y caigo en un silencio tan profundo que escucho hasta el latir de mis arterias.  Más aún: oigo el paso de la vida por la sorda caverna de mi cráneo como un rumor de arroyo sin salida, como un rumor de río subterráneo.  Entonces presa de pavor y yerto como un cadáver, mudo y pensativo, en mi abstracción a descifrar no acierto  Si es que dormido estoy o estoy despierto, si un muerto soy que sueña que está vivo o un vivo soy que sueña que está muerto. Julio Florez

Sharon Olds

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  Los no nacidos A veces puedo ver, alrededor de nuestras cabezas, Como mosquitos alrededor de un farol en verano, Los hijos que podríamos tener, El brillo tenue de todos ellos. A veces los siento esperando, adormecidos En algún vestíbulo –sirvientes, casi– Escuchando el timbre. A veces los veo mintiendo como cartas de amor En la Oficina de Cartas Muertas Y a veces, como esta noche, de oscuro Reojo puedo sentir sólo a uno de ellos Parado al borde de un acantilado frente al mar En plena oscuridad, estirando sus brazos Desesperadamente hacia mí. Sharon Olds

Philip Larkin

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Necesidades Más allá de todo esto, está el deseo de estar solo: Aunque el cielo se cubra de invitaciones Aunque sigamos las explícitas instrucciones del sexo Aunque la familia se fotografíe al pie de la  bandera – Más allá de todo esto, está el deseo de estar solo. En el fondo de todo, fluye el deseo de olvidar: A pesar de las tensiones artificiales del calendario, Del seguro de vida, de los ritos de fertilidad programados, De la costosa aversión de los ojos a la muerte En el fondo de todo, fluye el deseo de olvidar. Philip Larkin

José Watanabe

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  El maestro de kung fu Un cuerpo viejo pero trabajado para la pelea madruga y danza frente a los arenales de Barranco Se mueve como dibujando una rúbrica antigua, con esa gracia, y sin embargo, está hiriendo, buscando el punto de muerte de su enemigo, el aire no, un invisible de mil años. Su enemigo ataca con movimientos de animales agresivos y el maestro los replica en su carne: tigre, águila o serpiente van sucediéndose en la infinita coreografía de evitamientos y desplantes. Ninguno vence nunca, ni él ni él, y mañana volverán a enfrentarse. -Usted ha supuesto que yo creo a mi adversario cuando danzo- me dice el maestro. Y niega, muy chino, y sólo dice: él me hace danzar a mí. José Watanabe

Ezra Pound

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Meditatio Cuando considero cuidadosamente los curiosos hábitos de los perros Estoy obligado a concluir Que el hombre es un animal superior. Cuando considero los curiosos hábitos del hombre, Le confieso, mi amigo, que me sorprendo. Ezra Pound

Anthony Phelps

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Poema  Pero dónde pero dónde adónde se va a retumbar la tormenta Pero dónde pero dónde adónde se va a aullar el viento viento revocador tumbador de estrellas Había una vez una Ciudad Había una vez un País Cuando la boca como luna soñadora esconde la cara bajo las palabras Cuando la vida en ropas de Príncipe voltea la espalda a la ventana hasta el sol hasta el sol está desnudo Había una vez un País Había una vez una Ciudad Pero dónde pero dónde Pero dónde Mi memoria tiene tanto dolor de garganta Anthony Phelps

Percy Bysshe Shelley

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Vino de hadas Me embriagué de aquel vino de miel del capullo lunar de zarzarrosa, que recogen las hadas en copas de jacinto: los lirones, murciélagos y topos duermen entre los muros o en la hierba, en el patio desierto y triste del castillo; cuando el vino derraman en la tierra de estío o en medio del rocío se elevan sus vapores, de alegría se colman sus venturosos sueños y, dormidos, murmuran su alborozo; pues pocas son las hadas que llevan tan nuevos esos cálices. Percy Bysshe Shelley 

William Carlos Williams

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  La gran figura Entre la lluvia y las luces vi la figura en oro de un 5 en un camión de bomberos rojo moviéndose tenso desatento a los tañidos de campanas aullidos de sirena y las ruedas retumbando a través de la ciudad oscura. William Carlos Williams 

Denise Levertov

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  Intromisión Después de cortarme las manos me crecieron las nuevas y algo que mis manos habían deseado llegó y pidió que lo meciera Después de sacarme los ojos se secaron, y me brotaron los nuevos y algo que mis ojos habían llorado llegó pidiendo que los suavizara. Denise Levertov

Samuel Beckett

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Qué haria yo sin este mundo qué haría yo sin este mundo sin rostro ni preguntas donde ser no dura sino un instante donde cada instante se vierte en el vacío en el olvido de haber sido sin esta ola donde al final cuerpo y sombra se sumergen juntos qué haría yo sin este silencio abismo de murmullos jadeando frenético por auxilio por amor sin este cielo que se alza sobre el polvo de sus lastres qué haría haría como hice ayer como hago hoy mirando por la rendija si no estoy solo mientras vago y huyo de todo lo que vive en un espacio marionetesco, sin voz entre las voces encerradas conmigo. Samuel Beckett

Álvaro Mutis

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Sonata 2 Por los árboles quemados después de la tormenta. Por las lodosas aguas del delta. Por lo que hay de persistente en cada día. Por el alba de las oraciones. Por lo que tienen ciertas hojas en sus venas color de agua profunda y en sombra. Por el recuerdo de esa breve felicidad ya olvidada y que fuera alimento de tantos años sin nombre. Por tu voz de ronca madreperla. Por tus noches por las que pasa la vida en un galope de sangre y sueño Por lo que eres ahora para mí. Por lo que serás en el desorden de la muerte. Por eso te guardo a mi lado como la sombra de una ilusoria esperanza. Álvaro Mutis

James K. Baxter

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  Mi amor camina Mi amor camina tardíamente por los pasillos blancos de una lluvia que desgarra mis palabras, aunque muchas voces nocturnas se burlen y la sonrisa sepulcral de la luna hiera las raíces de nuestra recién nacida canción. Observa, amor, la última cosecha de grano luminoso, el resplandor del fruto obtenido en la dura faena. Mi corazón es un campo abierto. Allí podrías perderte o esperar en casa, no te arredraría ni el hueso del gigante ni su escudo roto, ni la zarza atrapada bajo una piedra de fuego, ni el miedo, en la semilla rota, haría que mi halcón se internara en tus alados sueños manchando de sangre el suspiro del viento. Déjalo que se mueva en la hondonada de tus sueños, amor, en las guaridas de la esperanza que germina en tus ojos. Yo le canto al arpa de la lluvia que renueva la luz, a las sombras deshechas y al brillo del fénix ardiente que perdí entre los papeles rasgados del tiempo y las tumbas quemadas. Mi amor camina erguido por el sendero de la abundancia esta

Kristina Lugn

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Esta es una casa Esta es una casa. El sofá es una parte importante de la casa. Una persona también deja su impronta en una casa. ¿Sigue siendo el sofá aún una parte de la casa cuando la persona que se sienta en él muere repentinamente? ¿Olerá el sofá entonces a recuerdos de la persona que acostumbraba a sentarse en él y se sentirá solo? ¿Obtendrá el sofá, tal vez, un nuevo hogar? ¿Será capaz el sofá de transmitir sus experiencias, a este nuevo hogar? ¿De manera que la persona que se sentaba en él de alguna manera, está visto, se convertirá en memorable? ¿O es que se llevarán el sofá junto con la persona y los quemarán a uno y a otro? ¿A uno y otro, o sea, en habitaciones separadas de modo que la casa se despedaza? Kristina Lugn

Vicente Huidobro

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  Noche Sobre la nieve se oye resbalar la noche La canción caía de los árboles Y tras la niebla daban voces De una mirada encendí mi cigarro Cada vez que abro los labios Inundo de nubes el vacío                                       En el puerto Los mástiles están llenos de nidos Y el viento                      gime entre las alas de los pájaros LAS OLAS MECEN EL NAVÍ0 MUERTO Yo en la orilla silbando                     Miro la estrella que humea entre mis dedos Vicente Huidobro

Victoria Santa Cruz

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  Me gritaron negra Tenía siete años apenas, apenas siete años, ¡Que siete años! ¡No llegaba a cinco siquiera! De pronto unas voces en la calle me gritaron ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! “¿Soy acaso negra?” – me dije ¡SÍ! “¿Qué cosa es ser negra?” ¡Negra! Y yo no sabía la triste verdad que aquello escondía.¡ Negra! Y me sentí negra, ¡Negra! Como ellos decían ¡Negra! Y retrocedí ¡Negra! Como ellos querían ¡Negra! Y odié mis cabellos y mis labios gruesos y miré apenada mi carne tostada Y retrocedí ¡Negra! Y retrocedí… ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Neeegra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! Y pasaba el tiempo, y siempre amargada Seguía llevando a mi espalda mi pesada carga ¡Y cómo pesaba! … Me alacié el cabello, me polveé la cara, y entre mis cabellos siempre resonaba la misma palabra ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Neeegra! Hasta que un día que retrocedía, retrocedía y que iba a caer ¡Negra

Lawrence Ferlinghetti

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Oh tú recolector Oh tú recolector de las cenizas de fuego de la poesía cenizas de la llama demasiado blanca de la poesía Considera a los que se han quemado antes que tú en ese fuego tan blanco Crisol de Keats y Campana Bruno y Safo Rimbaud y Poe y Corso Y Shelley ardiendo en la playa en Viarreggio Y ahora en la noche en la conflagración general la luz blanca todavía consumiéndonos pequeños payasos con nuestros cirios pequeños sosteniendo la llama   Lawrence Ferlinghetti

Mitsuharu Kaneko

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  Paracaídas 1 Los paracaídas se despliegan como un rosario se enredan como las flores marchitas de la correhuela. Floto aislado enmedio del cielo azul ¡Ah, qué soledad! Nubes donde se reúnen los granizos y el trueno, Los quitasoles van flotando por el cielo donde moran la luna y el arcoiris ¡Qué frágiles son! ¿Pero adónde se dirigen? ¿Hacia qué destino van? Y ese vértigo con que van cayendo ¿qué significa? ¿De qué equivocación? 2 Y esa tierra bajo mis pies ¿qué es? ...¡Es mi patria! Qué felicidad: ahí nací. País heroico desde la antigüedad de los antepasados. País de mujeres fieles. Cáscaras de arroz, espinas de pescado, risueñas hasta cuando se tiene hambre. Disciplina. Vestidos de humildes telas, paisajes sentimentales. Allí habitan mis amados compañeros con los que, más que nada, puedo comunicarme perfectamente en nuestro idioma, con quienes nos entendemos hasta en lo profundo del significado del semblante. Frente angosta, mirada concentrada, hombros esbeltos. Los postes eléctricos

Guillermo Sucre

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                                                              Sino gestos                                                                                         plume solitaire éperdura                                                                                         Mallarmé Las notas que tomo en mi memoria y luego olvido o traslado torpemente, desasistido ya de ese relámpago que enardecía mi infancia, las veo llenarme de ruinas, frases que no logro hilvanar con hechizo, y así se deslizan, discurren con crueldad Lo extraño: su tenaz compañía, los gestos, los sueños que hacen nacer en mí. y las furias, las cóleras que en mí sepultan. Para decirlo todo: añaden no la confusión sino el espejo transparente del fracaso Donde me miro y reconozco mi rostro a igual podredumbre condenados el poema la mano que lo escribe y la que lo borra y la mirada que lo sigue y la que lo rechaza el que lo sueña solamente el que además lo inventa Guillermo Sucre