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Mostrando las entradas de enero, 2025

Victoria Ocampo

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A mí me hubiera aliviado hablar en  tercera persona de mí misma no sólo por las ventajas que ofrece (especialmente si uno habla de sí mismo en esa tercera-primera-persona  que son tan a menudo las novelas y cuentos), sino porque me siento, por momentos, tan lejos de cierto mí misma como lo puedo estar  del pelo que me han cortado  y barren en la peluqueria,o de la uña que me limo y vuela  al aire hecha polvo. Yo no soy "aquello", lo perecedero que formó parte de mí y ya nada tiene que ver conmigo. Soy lo otro. Pero ¿Qué?

Guillermo Bawden

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Geosmina es lo que hace oler a lluvia como tierra mojada es una bacteria que se suelta con la humedad Un olor que también tienen los camellos del desierto de Gobi Una caravana que atraviesa lo árido mientras huele la esperanza como la fe en la garganta de los sedientos Historia de la lluvia 

Irene Gruss

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En la ruta Lo único que podría curarme o que al fin me sacara de este hospicio es subir a un auto de línea sport no muy confortable pero amplio que lo manejara un hombre pudiente potente y valeroso o sea temeroso de sí. Si él aceptara conducir hasta la ruta (odio el límite de la ciudad ese bochorno de la pobreza salpicado por uno que otro cardo o girasol), donde comienza la fila larga y azul del lino o los maizales, amarillos, si la antena de la radio funcionara yo podría quitarme este peso de encima podría mirar las cosas de forma diferente. Sin que intervenga, sin presión de ningún tipo, este hombre serio o sonriente me acariciaría suavemente la nuca de manera tal que mi pelo pajizo se convertiría en lacio mi nudo nervioso pasaría a relajarse, y podría mirarlo de frente, sonreírme yo también o al menos dibujar un nombre en la ventanilla sin problema, como si él no existiera. Entonces yo tomaría el volante y mientras él descansara (mirando fijamente la mano contraria) me pondría a can...

Juan José Saer

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La guitarra en el ropero  Muy poco, o nada, casi, por cantar, aunque días enteros pasen adelgazándose, y todo esté, como continuamente, ahí: la mesa, el vaso, las mañanas. Corazón, orgullosamente das a entender, con actos y palabras, que tu mudez, cantando, cambiaría: y todas tus cartas, puestas en esa mano, podrían atestiguar en favor del momento, imprevisible, de la voz. De toda esta fiebre, ella sería, homérica, o dantesca, o incluso familiarmente, simple, la única agua. Pero en estas mañanas, nada o casi nada, que cantar: esperar, únicamente que salga, si lo juzga conveniente, la canción. Dando vueltas por una pieza negra, jugando a que una mañana, o una noche, por fin, y para siempre, meridianamente, se hablará.

Alfonsina Storni

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Un cementerio que mira el mar Decid, oh muertos, ¿quién os puso un día Así acostados junto al mar sonoro? ¿Comprendía quien fuera que los muertos Se hastían ya del canto de las aves Y os han puesto muy cerca de las olas Porque sintáis del mar azul, el ronco Bramido que apavora? Os estáis junto al mar que no se calla Muy quietecitos, con el muerto oído Oyendo cómo crece la marea, Y aquel mar que se mueve a vuestro lado, Es la promesa no cumplida, de una Resurrección. En primavera, el viento, suavemente, Desde la barca que allá lejos pasa, Os trae risas de mujeres... Tibio Un beso viene con la risa, filtra La piedra fría, y se acurruca, sabio, En vuestra boca y os consuela un poco... Pero en noches tremendas, cuando aúlla El viento sobre el mar y allá a lo lejos Los hombres vivos que navegan tiemblan Sobre los cascos débiles, y el cielo Se vuelca sobre el mar en aluviones, Vosotros, los eternos contenidos, No podéis más, y con esfuerzo enorme Levantáis las cabezas de la tierra. Y en un l...

Juan Gelman

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  Ausencia de amor Cómo será pregunto. Cómo será tocarte a mi costado. Ando de loco por el aire que ando que no ando. Cómo será acostarme en tu país de pechos tan lejano. Ando de pobrecristo a tu recuerdo clavado, reclavado. Será ya como sea. Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado Me comerás entonces dulcemente pedazo por pedazo. Seré lo que debiera. Tu pie. Tu mano.

Dylan Thomas

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Halla la carne sobre los huesos Halla la carne sobre los huesos que pronto estarán desnudos, y bebe en los dos riscos de leche, la más alegre médula y las heces antes que los pechos de las damas sean harapos y sus piernas jirones. No turbes, hijo mío, las mortajas pero cuando las damas se vuelvan frías como piedras cuelga de sus andrajos una rosa con cuernos. Sublévate contra las ataduras de la luna y el parlamento de los cielos, los oficios de rey del mar maléfico, la autocracia de la noche y el día, la autarquía del sol. Sublévate contra el hueso y la carne, la orden de la sangre, la maliciosa piel, y el gusano que no puede asesinar ningún hombre. “La sed se me ha extinguido, se me ha apagado el hambre, resquebrajado está mi corazón; mi cara en el espejo es macilenta mis labios se han marchitado a besos, mis pechos están flacos. Una alegre muchacha me tomó por un hombre, hice que se tendiera para contarle su pecado y puse a su costado una rosa con cuernos”. El gusano al que ningún ho...

José Larralde

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Cuando alguna vez te deje          Cuando alguna vez te deje  no he de venderte guitarra,  a quien guarda mis secretos  no habré de cambiar por plata.  Recuerdo que tu sonido,  fue en mis noches de la pampa,  lo mas lindo de este mundo  después de quien me creara.  Si hasta creo que al nacer  nos han hecho a semejanza,  porque en el árbol nativo,  florecemos en sus ramas.  En tu puente luminoso  transitó la copla clara,  antiguo canto de criollo  que lo cubrieron de magia.  Tus cuerdas siempre dijeron  la hondura de mi cariño,  cuando el vuelo del amor  lo iba llevando a su nido.  Y también puse en tu boca  un beso de despedida,  al eternizar la sombra,  la ausencia del ser querido.  Ahora que se va encorvando  tu figura legendaria,  he de ponerte al reparo,  en tibio rincón guardada.

Jacques Prevert

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Desayuno Echó café En la taza Echó leche En la taza de café Echó azúcar En el café con leche Con la cucharilla Lo revolvió Bebió el café con leche Dejó la taza Sin hablarme Encendió un cigarrillo Hizo anillos De humo Volcó la ceniza En el cenicero Sin hablarme Sin mirarme se puso de pie Se puso El sombrero Se puso El impermeable Porque llovía Y se marchó Bajo la lluvia Sin decir palabra Sin mirarme Y me cubrí La cara con las manos Y lloré. T raducción de Juan José Ceselli.

César Vallejo

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Bordas de hielo Vengo a verte pasar todos los días, vaporcito encantado siempre lejos… Tus ojos son dos rubios capitanes; tu labio es un brevísimo pañuelo rojo que ondea ¡en un adiós de sangre! Vengo a verte pasar; hasta que un día, embriagada de tiempo y de crueldad, vaporcito encantado siempre lejos, la estrella de la tarde partirá! Las jarcias; vientos que traicionan; vientos de mujer que pasó! Tus fríos capitanes darán orden; y quien habrá partido seré yo.

Williams Shakespeare

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  Soneto 13     ¡Oh! ¡Si vos, fuerais vuestro! Pero, amor, voz seréis, de voz tan solamente, mientras viváis aquí. Contra el final cercano ya debéis prepararos, plasmando en algún otro, vuestro dulce semblante.     Así, aquella belleza, que vos gozáis a préstamo no hallaría final. Entonces volveríais, a ser vos, aún después, de vuestra propia muerte, ya que la dulce prole, tendrá tus mismas formas.     ¿Quién deja derrumbarse, un hogar tan hermoso, que un regente viril, con honor mantendría,   contra los elementos de un cruel día de invierno, y el estéril rencor del frío de la muerte?     Sólo un derrochador y tú, amor, bien lo sabes: Vos tuvisteis un padre, que a ti, te nombre un hijo. Traducción de Ramón García González

Víctor Hugo Viscarra

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  Epigramas Si en una noche de agosto te preguntan “¿quisiste a alguien en esta vida?”, No mientas en tu respuesta y Di tan solo, “No quise a nadie, Solo di, en una noche de fin de agosto, Una limosna de cariño A un huérfano que de amor estaba penando”. Decirte que te quiero me da miedo, Decirte que te amo no asusta el alma Pero, mentirle cuando te suplico que me abandones Es cruel pena, Es cruel martirio. Amarte a ti es pecado contra el espíritu Pero como yo no sé qué es perdón mi pecado, Te amo tanto, que muero de sentimientos. Me pregunto si te quiero O si sólo es pasión lo que por ti yo siento, Y como el corazón no entiende mentiras ni razones, Me respondo: “No sé si es amor lo que por ti yo siento, Solo sé que al final de cada jornada Te necesito tan intensamente, Que te busco aun en el pensamiento”. Te conocí en medio de la soledad que me abandonaba Y como tengo miedo a vivir cual estepario, Me aferré a vos y a mi última esperanza, Sin saber que confundiría tu limosna con car...

Ianina Fornaro

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  Me escondo en algún rincón para que no vean qué clase de pueblo habito.

Víctor Redondo

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Quijada Quiero escribir palabras como quijada. Destruir los complejos que se tienen al encarar cada palabra, como quijada. Es decir, señor periodista, yo escribo como un mestizo o como tal al menos quiero llegar a escribir. ¡Las palabras tienen a veces una sangre tan confusa!  Quisiera tener un aparatito en la cabeza que fuera moliendo  esa misma quijada que estoy usando como ejemplo y dejara relámpagos temblando en la palma de mi mano, sobre esa máquina que allí ve.  Usted está ahí, con ese perfecto grabador, y yo aquí, frente a sus preguntas, midiendo con mi otro ojo la distancia que aún me separa del abismo. Se reiría si le dijera lo que yo realmente pienso de la literatura.  Apenas estómagos débiles en cuerpos enfermos. Nada más. Por eso busco palabras como quijada para que bien mastiquen tanto polvo.

Rodolfo Edwards

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Sostiene Pergolini sostiene Pergolini que los jóvenes no ven televisión ni por cable ni por aire tampoco usan control remoto ni relojes pulsera odian la CPU y los formatos físicos desde dispositivos portátiles programan el orden  de sus consumos culturales y ya no los asusta el payaso asesino sostiene Pergolini que los jóvenes saben distinguir un malbec de un cabernet prescinden de la carne  aman lo intangible meditan en jacuzzis se remiten a la nube con absoluta confianza y repiten de memoria los ciclos de la luna sostiene Pergolini que para los jóvenes  el mundo es una pelotita colgando del llavero y que se sienten bien separados de los prejuicios de los mayores de 40 sostiene Pergolini  que la juventud consiste en pedalear eternamente en una bicicleta fija sin que se muevan  las agujas del reloj  sostiene Pergolini  que los jòvenes han logrado la fórmula de la eternidad y el pasado se va borrando de los archivos y las máquinas y ya no les importa ni...

Raymond Carver

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Vos no sabés lo que es el amor (una tarde con Charles Bukowski) Vos no sabés qué es el amor dijo Bukowski tengo 51 años y estoy enamorado de esa pendeja me pegó fuertísimo pero no te preocupés ella también está enganchada así debe ser mi viejo yo me les meto en la sangre y ya no pueden olvidarme Tratan de alejarse pero finalmente vuelven todas ellas vuelven salvo ésa que dejé plantada Me hizo llorar y mucho bueno en realidad en esos días tenía la lágrima fácil Por favor no me dejes tomar bebida blanca me pongo mal –me vuelvo despreciable Yo podría sentarme con Uds. hippies queridos y chupar cerveza toda la noche sí diez latas o más de esta cerveza, y nada –todo bien es como agua Pero si tomo licor empiezo a tirar gente por la ventana ya lo he hecho Vos no sabés qué es el amor Porque no te has enamorado así de simple yo tengo esta mina joven que es muy, muy hermosas Ella me llama Bukowski Bukowski repite con su voz suave y melodiosa yo le contesto QUÉ Vos no sabés qué es el amor te esto...

Charles Bukowski

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La pelirroja  pelirroja de verdad se retorcía un mechón y me preguntaba se mantiene mi culo? esa comedia siempre hay una mujer que te salva de otra y mientras esa mujer te salva se prepara a destruirte. “a veces te odio” me decía salía y se sentaba en mi porche y leía a Cátulo. se quedaba afuera durante una hora. la gente que pasaba por la vereda se preguntaba de dónde habría sacado un viejo feo como yo una chica tan bella yo tampoco lo sabía cuando entraba yo la agarraba y la sentaba en mis rodillas levantaba mi vaso y le decía, “probá esto” “oh”, decía “mezclaste vino con Jim Bean, te vas a poner pesado” “te teñís el pelo, no?” “no mires” decía y se paraba y se bajaba los pantalones y la bombacha y el pelo ahí abajo era del mismo color que el pelo de arriba. Cátulo mismo no podría haber deseado una gracia más histórica o maravillosa, después él se puso tonto. porque los muchachos tiernos no están lo suficientemente locos como para convertirse en mujeres. Traducción de Jorge Lanat...

César Tiempo

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Ayer y hoy Allá en los claros días de mi infancia lejana, en el muelle sosiego de la vida aldeana mi alegría era mía y mío mi nombre; creía que la bestia se distinguía del hombre e ignoraba la angustia del incierto mañana. Hogaño en el estrépito de la ciudad ferviente mi oscura vida añora la claridad ausente, debo entregar mi dicha y enmascarar mi nombre, complacer a la bestia que se transforma en hombre y padecer mi pena desoladoramente.

Isaías Garde

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Canción del medio minuto Ahora mismo es el medio minuto de la golondrina Ahora mismo no hay más medio minuto que el medio minuto rechinante este de la golondrina Ahora mismo este no otro medio minuto este medio minuto de octubre ahora siglo de oro tajante crujiente de la golondrina

Antonio Gamoneda

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Ha venido tu lengua; está en mi boca como una fruta en la melancolía. Ten piedad en mi boca: liba, lame, amor mío, la sombra.

Lidia Rocha

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En el solsticio del invierno sacrificaron a una yegua. Su pelaje rojo oscuro ardió bajo el sol. Y sus crines se desprendieron y volaron con el viento. Arrojamos al agua frutos de la cosecha para que las diosas nos fueran favorables y el invierno menos crudo y nuestros soldados victoriosos.   Bailamos hasta la noche y nos emborrachamos en honor a los dioses. Tomé a uno de los hombres bajo las estrellas, mientras se escuchaba la música de las flautas. La nieve iba a caer más suave que otros años. Igual nuestra memoria habría quedado dispersa, si no fuera por estos pergaminos, por estas iluminaciones pintadas a la luz de la vela

Jorge Leónidas Escudero

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  A otra cosa ¿Pongámonos bien la vida que nos pusimos del revés? En vez de alimentar historias de plomo digamos cosas fáciles. En vez de hacer de perro del hortelano, o llorar a la luna porque no nos quieren, echemos pájaros en el jardín de las preciosidades. Probemos saludar a desconocidos a ver si aparece el amor, pues qué delgado está el mundo, qué pálido, y necesita apoyo. Aventa una palabra uno y afecta al tiempo futuro; por eso hay que hablar con cuidado y sonreír más. Pongámonos bien la vida a ver qué pasa, pues así como estamos se han desequilibrado los bancos de las plazas y si no intervenimos ¿a dónde va a ir la gente a tomar aire?