Alberto Cisnero
22- teníamos algo que nos volvía más solitarios y peligrosos: desesperación. nos equivocábamos mucho, jugábamos a encuéntrese usted mismo, a cuídense y sean felices. todavía bebíamos demasiado. no podíamos saber que un día nos iríamos lejos. dormíamos en pensiones, en casas tomadas o en salas de hospitales. una mesa, una silla, pluma, tinta y papel. de la encuadernación pendía un cordel de seda. tendido y muteado, en nuestro honor, estaba el río. y luego estaba el río que recordaríamos. Alberto Cisnero