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Mostrando las entradas de marzo, 2025

Pablo Ananía

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  Dos en uno Lo fugitivo, Quevedo, permanece. Regiones donde hubo ardientes pero estériles ocasos sombras dejaron, perfiles entumecidos pero ocres elevándose como cuando cautivo de la danza de deshace el dolor. Tu comprensión remite sólo al tacto. Tacto sin embargo que es dicción, lente, sutil sangre del que predica. ¿Cómo no habrá de resignarse, Góngora iletrada, sin deseo carnal, a bogar en sus fingidos lagos definitivamente secos? ¿Cómo culterana ha de engarzar en oro si plebeya de acentuada oftalmía fastidia los metales con fusiones mezquinas? ¿Es posible, Quevedo, que te obstines en ceder tu palabra a quien labra ofuscada con soles baratijas, manjares para el oído?

Raymond Carver

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Advertencia Al intentar un poema mientras afuera todavía estaba oscuro, tuvo la inconfundible sensación de que le estaban observando. Dejó la pluma y miró a su alrededor. Un momento después se levantó y recorrió las habitaciones de su casa. Miró dentro de los armarios. Nada, claro. Con todo, no quería arriesgarse. Apagó las luces y se quedó sentado a oscuras. Fumó su pipa hasta que pasó la sensación y hubo luz afuera. Bajó la vista al papel en blanco que tenía delante. Luego se levantó y volvió a hacer la ronda de su casa. El sonido de su respiración lo acompañaba. Sólo eso. Evidentemente. Nada. Traducción de Mariano Antolín Rato

Miguel Ángel Bustos

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Canción del muchacho asustado Qué golpea bajo la tierra? Lejanas bombas lejanos llantos. Qué llevan los vientos negros? Soles pequeños átomos inmensos. Quién me asusta? El pez herido la flor enferma. Qué grito en la noche abierta? Ven y tiembla corazón.

Rodolfo Edwards

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Alboroto de huesos y cuerpos lacerados el mercurio ya no mide sólo deja correr las horas que se amontonan en pilas infinitas

Julián Axat

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Últimos días en el Swift de Berisso Esa mañana de 1977 Mi padre llega temprano al Frigorífico “Swift” de Berisso antes me ha dejado en la guardería Es día de matanza y el aire está espeso / todo tiene olor a vísceras los compañeros afilan cuchillas para el degüelle y el rugido de las bestias se escucha desde la calle Nueva York Salen Pescuezo /nalga / asado /ojo de bife / tasajo/ aguja /osobuco /roast beef/ vacío / lomo / filete /pecho / cuadril /brazuelo / solomillo / cadera /culata /tortuguita /espinazo / falda / tapa /tapilla / cuadrada /contra /paleta /bofe /corazón / lengua /esternón / riñones /seso / quijada / Res es cosa / cosa es Rex recita la mano del verdugo que viola y no destaza hasta que en el legajo figure la falta (una cámara en frío) y el fantasma de Echeverría luce acostado en la parrilla recitando su epopeya patria y al final de la jornada los obreros reciben 2 kg de yapa (para sus casas) Volanteada en la puerta… propaganda montonera… /Perón vive/ en la carne/ en las ...

Eduardo Galeano

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Y si el mundo sobrevive, los profesores de historia explicarán el siglo XX a través de sus símbolos: mostrarán a sus alumnos la botella de Coca-Cola, la pelota de fútbol, el televisor, la computadora, la bomba de neutrones. Y para explicar la dignidad, mostrarán el pañuelo blanco de las rondas de Plaza de Mayo.

Jorge Luis Borges

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Remordimiento por cualquier muerte Libre de la memoria y de la esperanza, ilimitado, abstracto, casi futuro, el muerto no es un muerto: es la muerte. Como el Dios de los místicos, de Quien deben negarse todos los predicados, el muerto ubicuamente ajeno no es sino la perdición y ausencia del mundo. Todo se lo robamos, no le dejamos ni un color ni una sílaba: aquí está el patio que ya no comparten sus ojos, allí la acera donde acechó la esperanza. Hasta lo que pensamos podía estarlo pensando él también; nos hemos repartido como ladrones el caudal de las noches y de los días.

Alfonsina Storni

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La inquietud del rosal El rosal en su inquieto modo de florecer va quemando la savia que alimenta su ser. ¡Fijaos en las rosas que caen del rosal; tantas son que la planta morirá de este mal! El rosal no es adulto y su vida impaciente se consume al dar flores precipitadamente.

Gabriella Cinti

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  Viaje-lamprea Ahora que he dejado los perfiles de las montañas por colinas modestas, lejos del coraje de la altura, pero aún verdes y esperanzadas, el asta del tiempo se enrojece  en el cuadrante arduo, el trabajo del destino avanza, bloqueando el movimiento confiado y ligero. El prado bajo las palabras florecido de intenciones trasluce para alcanzarte cuando se hunde en la renuncia de dirección. Alineo sílabas y nombres a lo largo del borde de la ausencia y camino hacia ti entre espinosos telones. Arena soplada de preguntas en el filo del aire, mi única cadena de amor y llamarte a lo visible en la más tenue de las formas, el cuerpo de un susurro. Me haré primero como la lamprea4  para tantear la luz desde adentro, el fuego inmóvil del ojo secreto, para acompasar la vigilia del alma y el gran sueño donde desataré las aletas en lo inmenso. Lamprea que amas las piedras del abismo y te instalas en lo más íntimo de nosotros, fuego itinerante de resplandor que apaga la vis...

César Vallejo

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Nervazón de angustia Dulce hebrea, desclava mi tránsito de arcilla; desclava mi tensión nerviosa y mi dolor... Desclava, amada eterna, mi largo afán y los dos clavos de mis alas y el clavo de mi amor! Regreso del desierto donde he caído mucho; retira la cicuta y obséquiame tus vinos: espanta con un llanto de amor a mis sicarios, cuyos gestos son férreas cegueras de Longinos! Desclávame mis clavos ¡oh nueva madre mía! ¡Sinfonía de olivos, escancia tu llorar! Y has de esperar, sentada junto a mi carne muerta, cual cede la amenaza, y la alondra se va! Pasas... vuelves... Tus lutos trenzan mi gran cilicio con gotas de curare, filos de humanidad, la dignidad roquera que hay en tu castidad, y el judithesco azogue de tu miel interior. Son las ocho de una mañana en crema brujo... Hay frío... Un perro pasa royendo el hueso de otro perro que fue... Y empieza a llorar en mis nervios un fósforo que en cápsulas de silencio apagué! Y en mi ...

Daniel Gómez

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Negritud No podemos vivir eternamente rodeados de muertos y de muerte. Antonin Artaud Por mis manos hablan  los cientos de años  que otros nos han oprimido ellas, como yo,  reniegan de lo poco de blanco que hay en mi sangre ellas, como yo, vomitan de asco. Tras los barrotes de mi celda he visto la sombra de una gota pero su reflejo me reveló la existencia de miles de ancianos  muertos de rabia. Al liberarme, sólo desolación. Al pensar en los que nos hicieron esto, en los que nos hacen esto, siento el enorme deseo de matarlos.

Raymond Carver

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  Tu perro muere lo atropella una camioneta lo encontrás al costado de la ruta y lo enterrás. te sentís mal por eso. te sentís mal personalmente, pero te sentís mal por tu hija porque era su mascota, y ella lo quería mucho. le solía canturrear y lo dejaba dormir en su cama. escribís un poema sobre eso. lo llamás poema para tu hija, sobre el perro siendo atropellado por la camioneta y cómo lo cuidaste, lo llevaste al bosque lo enterraste profundo, profundo y ese poema te sale tan bien que casi te alegra que el pequeño perrito fuera atropello, porque si no, no hubieras escrito ese poema tan bueno. entonces te sentás a escribir un poema sobre escribir un poema sobre la muerte de ese perro pero mientras lo escribís vos escuchás una mujer gritar tu nombre, tu primer nombre, las dos sílabas, y tu corazón se detiene. pasa un ratito, seguís escribiendo. ella grita de nuevo, te preguntás por cuánto tiempo puede seguir esto. Traducción de Valeria Mussio

José Eugenio Sánchez

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fui de los que no alcanzó papel ni gel ni cloro ni lysol ni cerveza ni despensas ni préstamos ni n95 pero alcancé el último pedazo de carne en el asado que organizaron en el barrio para celebrar que se aplanó la curva y ahí vi al dealer con el que acababa de negociar minutos antes lo saludé pero no me reconoció entonces me puse el tapabocas y exclamó sonriendo: ah eres tú y yo también sonreí pero quizá no se dio cuenta

Francisco Luis Bernárdez

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  La ciudad sin Laura En la ciudad callada y sola mi voz despierta una profunda resonancia. Mientras la noche va creciendo pronuncio un nombre y este nombre me acompaña. La soledad es poderosa pero sucumbe ante mi voz enamorada. No puede haber nada tan fuerte como una voz cuando esa voz es la del alma. En el sonido con que suena siento el sonido de una música lejana. Y en la energía remota que la mueve siento el calor de una remota llamarada. Porque mi voz es una chispa de aquella hoguera que eterniza lo que abrasa. Porque mi amor es una chispa de aquella hoguera que eterniza lo que abrasa. Para poblar este desierto me basta y sobra con decir una palabra. El dulce nombre que pronuncio para poblar este desierto es el de Laura. Las cosas son inteligibles porque este nombre de mujer las ilumina. Porque este nombre las arranca de las tinieblas en que estaban sumergidas. Una por una recuperan su resplandor espiritual y resucitan. Una por una se levantan con el candor y la belleza que te...

Gabriel Ferrater

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Ídolos Entonces, cuando yacíamos abrazados frente a la ventana abierta al desmonte de olivos (do semillas desnudas dentro de un fruto que el verano ha abierto violento, y que se llena de aire) no teníamos recuerdos. Éramos el recuerdo que tenemos ahora. Éramos esta imagen. Ídolos de nosotros para la fe sumisa de después. Traducción de José Agustín Goytisolo.

María Sevlever

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un pensamiento recurrente: en una bóveda oscura, sola, apresada como en ese cuento  no podría recordar ni un poema entero si lo pienso así no sé qué soy a vos también te pone mal  cuando mirás fijo la luna  es esperable que se vea hermosa es una fecha se ve hermosa ya sabemos lo que va a pasar antes de que pase qué linda está la luna pero sabemos en realidad la luna está siempre a la misma distancia nunca más grande nunca más cerca es solamente luz entonces para qué prestarse a este alarde de la confusión de los sentidos de su alcance débil nunca me acuerdo de la forma de sus cráteres nunca me acuerdo de ver la luna recordarías la luna? si estuvieras sólo una noche cualquiera sin poder mirar hacia arriba te acordarías de la luna? si la estudiaras si te acercaras si te dedicaras prisionero, oscuro te acordarías bien de cómo es la luna?

Esteban Moore

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  Celebro los pastelitos criollos  aquellos de las fechas patrias de la niñez en la plaza Fiestas de pueblo chico -Festejos al aire libre  Celebro los pastelitos criollos aquellos que nos aguardaban luego de haber izado  la bandera                  y entonado  el himno nacional Celebro los pastelitos criollos su crocante hojaldre -abierta  en flor la delicada fritura rellenita de sustancioso dulce de membrillo o de batata Celebro los pastelitos criollos todavía tibios en la mesa de la cocina cubiertos de almíbar y decorados con grana celeste y blanca Celebro los pastelitos criollos sabrosos en toda ocasión y momento,  incluso los recién salidos del aceite burbujeante que nos harán recordar aquel decir popular: “Pastelitos calientes que queman los dientes”.   

Guillermo Bawden

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  Últimas noticias del imperio Ey, Allen Yo también me emborrache en la calle Narodni pero ya no había policías de civil husmeando entre las mesas Y cruce también el puente de Carlos hacia los cafés del Centrum, camino a Malastrana Vi tetas blanquísimas, enrojecidas por el sol y ojos gatunos, verdes, filosos como cutters Sentí el sol de la mañana y me refresque la cara en el Moldava antes de persignarme por primera vez en quince años y entrar en la Capilla del Santo Niño de Praga Ey, Allen Vengo de tan lejos a tomar mi cetro de Rey de Mayo Estoy listo para hacer el camino empedrado desde los monasterios ortodoxos hasta el reloj lunar listo, para esperar la lluvia entre las lápidas amontonadas del cementerio judío listo para poner el papel bajo mi lengua, sabiendo que hay ventanas donde un ángel espía el occidente Estoy listo para las cucarachas y para el oro ¿Cómo iba yo a saber cuándo me echaron del Partido que en realidad era un ojo astronómico que era alquimia y kabala más que r...

Raymond Carver

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Volando sobre la jungla "Sólo tengo dos manos," exclamó la azafata, bellísima. Sin mirarlo continuó bamboleándose entre los asientos sosteniendo la bandeja. Él piensa que ésta es otra mujer que se aleja de su vida para siempre. Observa a través de la ventanilla ve luces que titilan en la noche imagina una aldea en la jungla. A este hombre le han sucedido tantas y extrañas cosas en la vida que no se sorprende cuando ella vuelve y se acomoda en un asiento del otro lado del pasillo lo mira y le pregunta: "¿Te vas a bajar en Río o en Buenos Aires?" Una vez más esta mujer expone la belleza de sus manos, los pesados anillos de plata que sostienen sus dedos; la gruesa pulsera de oro que rodea su muñeca. Están volando sobre el Mato Grosso que está cubierto por una espesa bruma. Es muy tarde. Él continúa considerando la plasticidad de esas manos, admira los dedos inquietos. Han pasado varios meses, es difícil y complejo recordar esos momentos. Traducción de Esteban Moore

Pablo Andrés Rial

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II Detesto mi cuerpo pero amo mi sombra. Nunca envejece nunca enferma nunca duele.

Jorge Aulicino

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  9.4 Supongamos un carnaval de santos, una feria de divinidades, un feriado universal de la ética. Es entonces posible que lo dañado en tus cristales, la impertinencia del sol, el dolor de ciertas figuras a las que llamás paisajes, disminuya. Hablarás al animal de manera tal que se entenderán sin registro y los movimientos de lagartijas de las galaxias huyendo de sí mismas no entregarán sentido. Buda no escribió, ni Cristo, y ese fue el mensaje, el medio. Pero es que quise poner en relación el mundo abismal de los reptiles con el de los severos halcones y el placer que de allí deviene no cede.